22 de Noviembre, 2024
Por Rocco D’Alo

Las puertas del cielo se abren exactamente a las 21:45hs. Durante los próximos 75 minutos, Babeblade le devela a un Niceto repleto su viaje del infierno al cielo, y al infierno de vuelta. Sus heridas de años, los intentos por superarse cada día, las preguntas dirigidas a vínculos amorosos; todas estas inquietudes se transforman en inspiración para sus canciones o la escenografía de su recital –que ella misma compartió como armaba en Twitter– tan cuidada y perfeccionada como la estética de su último disco, el cielo es un lugar hostil, que presentó esta noche del miércoles.
Pero no es únicamente su recital de Niceto el que conecta el mundo visual con el auditivo. Babeblade lleva empleando esta técnica desde los inicios de su carrera, conectando cada single, cada disco (el primero fue llorar en un baño público, editado en octubre de 2022) con su respectivo video, portada, outfit. Casi como su música, que no puede ser clasificada únicamente en un espectro tan chico y a la vez tan amplio como lo es el indie, la artista fueguina juega con la moda, el maquillaje y el color de pelo para crear el personaje perfecto.

Fotografía por Rocco D’Alo
Sin embargo, volviendo al recital, hay algo que sí puede describir perfectamente la personalidad artística de la cantante: sus ganas de jugar con el espacio, conectando con su audiencia y sorprendiendo al mismo tiempo. El setlist arranca con babel, el primer corte del disco. Rápidamente, Babeblade sale a escena, no desde el escenario, donde están puestas todas las miradas, sino desde el primer piso de Niceto, arriba de la barra, caracterizada en medio de una solitaria fiesta mientras baila con otras chicas, quienes, relajadas, prenden un cigarrillo. La letra nos habla de dos pérdidas distintas pero simultáneas, entre dos personas primero, cuando una espera que la otra aparezca a rescatarla, que no la deje sola, y de una muerte luego, para terminar narrando el acercamiento al cielo.
Luego de reunirse con su banda y tocar “margaritas”, aparece la primera invitada de la noche, Qiri, cuya voz y presencia se unen en perfecta armonía con el alrededor. La noche sigue entre una puesta de escena que incluía una torre de papel y una mampara construida para reflejar la sombra de la cantante durante “me vas a querer igual?”, donde juega con diferentes objetos personales preguntándose si la van a seguir deseando una vez que se evapore la emoción de conocer a alguien por primera vez, cuando uno intenta mostrar únicamente lo bueno de sí mismo, evitando lo malo, y sobretodo, lo aburrido, para agradar al otro. Vale destacar también la presencia de ODD MAMI, quién acaba de estrenar su último disco, y de Guacho Bleu, co-productor de ambos discos de Babeblade, con quién comparten varias colaboraciones, y es uno de los guitarristas en este recital.

Fotografía por Rocco D’Alo
Al inicio del tercer acto, la cantante sale al escenario vestida con un traje de esgrima y su respectiva espada, mientras suena la intro de “no mires al diablo a los ojos”, uno de los más esperados entre sus seguidores. Para coronar la performance, durante el puente de la canción se nos presenta a un Juan Lopez caracterizado del mismísimo diablo, acechando con su potente guitarra a nuestra protagonista, quién huye de la escena. La última de las invitadas es Juana Rozas, acercándose ya a la última tanda de canciones de la noche. Las dos artistas despliegan su presencia escénica y su rango vocal, que se confunde con los gritos de emoción del público, y tiñen el espacio de una fuerza casi sobrenatural, alimentada por la conexión entre un público que se sabe todas las letras y una banda que responde a sus deseos.

Fotografía por Rocco D’Alo
Al inicio del tercer acto, la cantante sale al escenario vestida con un traje de esgrima y su respectiva espada, mientras suena la intro de “no mires al diablo a los ojos”, uno de los más esperados entre sus seguidores. Para coronar la performance, durante el puente de la canción se nos presenta a un Juan Lopez caracterizado del mismísimo diablo, acechando con su potente guitarra a nuestra protagonista, quién huye de la escena. La última de las invitadas es Juana Rozas, acercándose ya a la última tanda de canciones de la noche. Las dos artistas despliegan su presencia escénica y su rango vocal, que se confunde con los gritos de emoción del público, y tiñen el espacio de una fuerza casi sobrenatural, alimentada por la conexión entre un público que se sabe todas las letras y una banda que responde a sus deseos.

Fotografía por Rocco D’Alo
Para cuando llega la última canción, “Lpm”, la presentación a se coronó como una de las más originales y divertidas de Niceto en los últimos meses. El primer single del álbum cierra la noche entre pogos, risas, y el coro de gente que repite el insulto más característico de nuestra cultura y de nuestro español rioplatense. Babeblade se acerca a encontrarse con su público entre introducciones de la banda, un sinfín de “gracias” y “los quiero” y el típico “Olé, olé, olé, olé, Babeblade, Babeblade”. Finalmente, la canción termina, los músicos se retiran, las luces se encienden, fin. Sin embargo, los asistentes no están saciados, quieren más, tiene que haber algo más, por lo que casi instantáneamente aparece el también clásico “Una más, y no jodemos más”.

Fotografía por Rocco D’Alo

Fotografía por Rocco D’Alo
Luego de un minuto de suspenso, la banda sube de vuelta al escenario en busca de la última canción, el cierre definitivo. Pero Babeblade no está ahí cuando el sonido arranca a distribuirse por los parlantes del recinto. De la nada, la voz se ilumina por detrás de nuestros ojos y se arrastra hacia nuestros oídos, y cuando nos volteamos, el truco final se hace efectivo. En un barquito andante, como una especie de caballo de Troya que aparece cuando más indefensos estamos, la cantante entona los versos de “el cielo es un lugar hostil”, el tema que le da nombre al disco. Se abre paso entre el público, levantando un farol con una pequeña luz, hasta llegar de regreso al escenario, ahora sí, luego de contarnos como la confundieron con un ángel, la llevaron al cielo y la recibieron con un disco de Björk, solo para darse cuenta que una vez que no quedan más metas por cumplir, que el tiempo no nos presiona en la eternidad y que todo lo que alguna vez creíste fue un borrador, es preferible irse al infierno que vivir una realidad tan perfecta que resulta mentira.