24 de Abril, 2025
Por Constanza Pistone
Steigerwalt lleva el tabú de una Italia en los 80 a la pantalla grande con su segundo largometraje que sigue la historia de Riccardo Schicchi y su agencia de cine pornográfico, cuyo nombre da título a la película, que lanzó a la fama a estrellas internacionales como Ilona Staller conocida como Cicciolina, Moana Pozzi y Eva Henger.

De la risa al llanto: esta producción cómica con tintes dramáticos se aleja de los estereotipos y prejuicios habituales, y mediante una narrativa fragmentada repleta de flashbacks y flashforwards, relata las dificultades de una industria que a simple vista puede ser calificada como superficial, pero que en el fondo yace la lucha femenina por la reivindicación de sus derechos. 
Pero el verdadero corazón de la película son sus musas– Ilona, Moana y Eva–, que llevan acabo una revolución del amor en la televisión y las calles, promoviendo una visión libre y empoderada de la sexualidad. En este proceso, se verán obligadas a reafirmar su posición como mujeres, trabajadoras y madres constantemente. 
El filme explora la estigmatización social, el encasillamiento de la industria pornográfica y cómo sus actrices afrontan la dificultad de no poder incursionar en el cine convencional o en la política–en el caso de Pozzi y Staller–, al ser subestimadas y reducidas a meras ‘caras bonitas’. De esta manera, la cinta denuncia la injusticia que recae sobre estas mujeres con alas cortadas que solo alcanzan el éxito cuando así lo quieren los hombres de poder, para luego ser relegadas. Incluso queda expuesta la doble cara de las instituciones que juzgan el porno (policía, iglesia, política) y que son a la vez sus principales consumidores.

Así, la frase de Moana en la película cobra sentido: ‘Yo solo existo porque tú existes’.

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