17 de Mayo, 2025
Por Lara Castillo y Gala Vicente

“Porque demasiado no es suficiente.” Esa frase, que da título al libro más íntimo de Mariana Enriquez, también parece escrita para describir el debut homónimo de Suede. Lanzado en 1993, en un Reino Unido que aún digería los restos del shoegaze y veía al grunge dominar el mundo, este disco no solo marcó el inicio de una banda: fue el nacimiento de un movimiento. Un manifiesto glam, andrógino y emocional para todos los que alguna vez nos sentimos demasiado intensos, demasiado raros o simplemente fuera de lugar.

Con temas como The Drowners, So Young o Animal Nitrate, Suede se presentó como un Bowie moderno perdido en los council flats de Londres. Guitarras afiladas, letras cargadas de deseo ambiguo, decadencia urbana y belleza herida. En un momento donde el rock se volvió áspero y masculino, Suede trajo algo distinto: teatralidad, fragilidad y una sensibilidad.
Mariana tenía casi veinte años cuando los escuchó por primera vez. En Cuando demasiado no es suficiente, cuenta cómo esa música la acompañó en cada etapa: cuando corregía Bajar es lo peor, cuando crecía como periodista, cuando escribía Las cosas que perdimos en el fuego, Nuestra parte de noche y también cuando armaba este libro en clave autobiográfica. Suede fue más que una banda: fue un refugio, un espejo, una presencia constante.
Mariana tenía casi veinte años cuando los escuchó por primera vez. En Cuando demasiado no es suficiente, cuenta cómo esa música la acompañó en cada etapa: cuando corregía Bajar es lo peor, cuando crecía como periodista, cuando escribía Las cosas que perdimos en el fuego, Nuestra parte de noche y también cuando armaba este libro en clave autobiográfica. Suede fue más que una banda: fue un refugio, un espejo, una presencia constante.

En su momento, Suede fue el debut más exitoso del Reino Unido desde Welcome to the Pleasuredome, y no fue por hype: fue por impacto real. Porque quienes lo escucharon, lo sintieron como propio. Porque puso en palabras y sonidos eso que todavía no sabíamos cómo decir.
Hoy, décadas después, ese disco sigue sonando actual. Porque hay cosas que no envejecen: la belleza oscura, el dolor glamoroso, y esa certeza de que a veces solo el arte puede salvarnos del mundo —o de nosotros mismos.
Hoy, décadas después, ese disco sigue sonando actual. Porque hay cosas que no envejecen: la belleza oscura, el dolor glamoroso, y esa certeza de que a veces solo el arte puede salvarnos del mundo —o de nosotros mismos.