26 de Febrero
Por Gala Vicente
Sean Baker nos sumerge en una historia que mezcla de manera impecable la comedia negra con la desesperación, llevándonos a través del viaje de una chica que intenta encontrar su lugar en un mundo que parece que se esfuerza en empujarla al límite.

Mikey Madison brilla en el papel de Ani, logrando una actuación cruda y desgarradora que la consolida como una de las mejores del año. Su transformación a lo largo de la película es fascinante y realista, que nos muestra cómo la juventud y la impulsividad pueden llevarnos a cualquier lugar. Anora no es solo una protagonista; es el reflejo de muchas mujeres que navegan entre la vulnerabilidad y la resistencia en un sistema que constantemente las subestima.

Uno de los mayores aciertos de la película es cómo utiliza el humor como una herramienta de supervivencia. Sean Baker nos recuerda que, a veces, la única manera de sobrellevar las situaciones más sórdidas es riéndonos de ellas. Anora podría compararse con Pretty Woman, pero desde una perspectiva completamente diferente y mucho más realista. En esta película, el glamour y el romance se sustituyen por crudeza y desesperación, dejando al descubierto las contradicciones de una sociedad que consume y desecha a quienes están al margen.
La película nos muestra cómo la protagonista, a lo largo de su vida, aprendió a leer las miradas de los hombres, a distinguir entre el deseo y la posesión, entre la bondad y la amenaza. Su manera de protegerse, de mantener distancia, es un acto de resistencia en sí mismo.

Con una fotografía increíble, una narrativa absorbente y una protagonista que nos da una actuación digna de Oscar, Anora es una película que impacta, emociona y deja una marca. Una historia sobre la lucha por la independencia, sobre lo difícil que es escapar de un destino que parece estar escrito, y sobre el precio que hay que pagar por ser joven, mujer y soñadora en un mundo que no siempre tiene espacio para eso.

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