17 de Enero
Por Lara Castillo y Candela Mouro

Hoy nos toca despedir a un verdadero visionario. David Lynch, el genio detrás de Twin Peaks, Blue Velvet y Mulholland Drive, nos deja un legado único, donde lo extraño, lo onírico y lo inquietante redefinieron el arte de contar historias.

Su obra no solo nos invitó a mirar más allá de lo evidente, sino a sumergirnos en lo desconocido, a abrazar lo incómodo y a encontrar belleza en lo perturbador. Lynch transformó el cine en un lienzo para explorar los rincones más profundos de la experiencia humana.




Cada uno de sus proyectos fue un desafío a nuestras percepciones, un recordatorio de que el arte puede ser desconcertante y, aún así, profundamente revelador. Nos dio un lenguaje visual que trasciende el tiempo, que sigue siendo fuente de inspiración y reflexión para creadores de todo el mundo.
Hoy lo despedimos con gratitud por haber ampliado nuestra percepción de lo posible.